Los cinco millones de personas de todo el mundo que hablan por teléfonos celulares no deben preocuparse sobre un mayor riesgo de cáncer del cerebro, afirma una investigación danesa reciente.
Uno de los estudios de mayor tamaño y duración sobre el tema no halló más tumores cerebrales entre las personas que habían tenido teléfonos celulares durante 17 años que entre aquellas que no los habían tenido.
Aunque ningún estudio puede descartar el peligro con una certeza absoluta, "creemos que si existe es extremadamente bajo", señaló el Dr. Ezriel E. Kornel, director del Instituto de Neurociencia del Hospital de Northen Westchester, en Mount Kisco, Nueva York.
Estudios anteriores no han dado una respuesta definitiva a la pregunta sobre si el uso de teléfonos celulares es dañino. Aunque varios estudios no han hallado causa de alarma, unos cuantos sí mostraron un mayor riesgo de tumores cerebrales malignos.
Según la totalidad de la evidencia existente, la Organización Mundial de la Salud calificó en mayo a los teléfonos celulares como "posiblemente carcinogénicos para los humanos" y los colocaron en la misma categoría que el pesticida DDT y los gases de gasolina de los tubos de escape de los motores.
Los expertos se han preocupado de que los campos magnéticos de radiofrecuencia enviados por un teléfono celular que se sostiene cerca de la oreja pudieran provocar una malignidad.
El nuevo estudio, liderado por investigadores del Instituto de Epidemiología del Cáncer de Copenhague, fue un seguimiento de un ensayo anterior que tampoco encontró un aumento en el riesgo entre los usuarios de teléfonos celulares. Su informe más reciente aparece en la edición del 20 de octubre de la revista BMJ.
En éste, los investigadores analizaron los datos de unas 360,000 personas de Dinamarca que tenían suscripciones de teléfonos celulares.
No hubo diferencia en la incidencia de tumores entre los dos grupos en general, o entre las personas que habían tenido teléfonos celulares durante trece o más años.
Tampoco hubo indicio alguno de que los tumores podrían ser más comunes en las áreas del cerebro más cercanas al oído en que se apoyan los teléfonos celulares.
Hubo un aumento muy ligero en el riesgo de glioma, un tipo de tumor cerebral maligno, entre los hombres, pero la diferencia prácticamente desapareció tras cinco años.
"Esto podría significar potencialmente que las personas que tienen una predisposición genética están en mayor riesgo cuando usan teléfonos celulares, pero con el transcurso de los años el efecto se desvanece porque las personas que iban a sufrir de tumores ya los sufren", explicó el Dr. Michael Schulder, vicepresidente de cirugía del Instituto de Neurociencia Cushing en la Escuela de Medicina Hofstra North Shore-LIJ en Manhasset, Nueva York.
Kornel anotó que una limitación del nuevo estudio es que los autores no pudieron observar durante cuánto tiempo ni con qué frecuencia las personas usaban sus teléfonos celulares, si es que de hecho los usaban.
A pesar de los hallazgos, es poco probable que la cuestión de una relación entre el cáncer de cerebro y los teléfonos celulares reciba pronto una respuesta que sea satisfactoria para todos.
Mientras tanto, las personas pueden tomar algunas medidas de sentido común para reducir cualquier riesgo posible.
"En lugar de pegarse el teléfono a un lado de la cabeza, use un audífono con un cable", aconsejó Schulder.
El Dr. Jay Brooks, presidente de hematología y oncología del Sistema de Salud Ochsner de Baton Rouge, Luisiana, apuntó que "si va a usar un teléfono celular, intente usarlo el mínimo necesario".
Sin embargo, añadió que no cree que "los riesgos sean muy altos, si es que los hay".
Pero quizás el peor peligro de los teléfonos celulares no sea el cáncer de cerebro.
"El mayor riesgo que se incurre con los teléfonos celulares es durante la conducción", advirtió Schulder. "Si se estudiaran diez millones de personas durante cien años, el riesgo de enviar mensajes de texto mientras se conduce, ver correos electrónicos, sostener el teléfono en la cabeza con la mano y probablemente, hasta cierto punto, incluso hablar por teléfono es mucho más peligroso que cualquier otra cosa que un estudio como este pueda mostrar".
FUENTES: Ezriel E. Kornel, M.D., neurosurgeon and director, Neuroscience Institute, Northern Westchester Hospital, Mount Kisco, N.Y.; Michael Schulder, M.D., vice chairman, neurosurgery, Cushing Neuroscience Institute, Hofstra North Shore-LIJ School of Medicine, Manhasset, N.Y.; Jay Brooks, M.D., chairman, hematology/oncology, Ochsner Health System, Baton Rouge, La.; Oct. 20, 2011, BMJ